BANDERAS EN EL CAMPANARIO
MARTES 2 DE FEBRERO DE 2016
Fiesta de la Consagración de la Iglesia en San Donato
Hoy recordamos el día en que nuestra Iglesia fue consagrada a Dios en honor de S. Donato, por el obispo Gerardo, patriarca de Rávena, el 2 de febrero de 1188 ; luego se llamó San Donato alla Torre.
Ese día se reunió mucha gente en la llanura, porque Gerardo estaba entregando a los florentinos el manto cruzado para la partida de aquí de la tercera cruzada. El prior Bono entregó a los cruzados el estandarte de San Donato que ondeaba sobre la iglesia.
Para conmemorar el hecho histórico, ondean en el campanario cuatro pancartas:
1. el de los cruzados que abandonaron nuestra iglesia;
2. en antítesis, el que lleva el olivo, símbolo de la paz (el símbolo fue querido por Don Bencini para recordar que la paz es el bien más importante y que las guerras no se hacen en nombre de Dios como lo hacen los acontecimientos de hoy). nosotros-no);
3. el que lleva el escudo del monasterio de S. Donato, en homenaje a las monjas cistercienses que adornaron la iglesia con frescos,
4. el del escudo de armas de Demidoff, que vivió en San Donato durante unos 60 años y salvó al menos parcialmente la iglesia.
El escudo de armas de Demidoff, que ha sufrido varias versiones a lo largo de los años, consta de un gran escudo coronado por una corona, símbolo noble ruso. En el centro del escudo hay tres varas (herramienta utilizada para buscar metales), un martillo de minero (como símbolo de las minas de los Urales propiedad de los Demidoff, fuente de su enorme riqueza también donada a la ciudad de Florencia) y un banda dorada (también un símbolo de la noble dignidad de los Demidoff).
A los lados del escudo aparecen dos grandes cruces griegas (escudo de la ciudad de Florencia) y dos azucenas plateadas (símbolo del municipio de Florencia). El título de Príncipes de San Donato fue concedido a los Demidoff por el Gran Duque de Toscana Leopoldo II por las grandes obras de caridad realizadas por ellos en favor de Florencia, hasta el punto de que recibieron la colocación de un panel en la fachada del Catedral de Florencia por las aportaciones monetarias aportadas por las obras realizadas en la misma.
El ritmo de vida frenético actual nos vuelve tan apresurados y distraídos que ni siquiera recordamos que poseemos un campanario tan precioso: pequeño, pero tan significativo por su historia. Pasamos por allí y muchas veces no lo miramos.
Hoy, fiesta eclesiástica, no es posible ignorarla: queremos recordar su valor, desde los tiempos en que representaba un signo vital de referencia entre los pocos en esta zona.
Cada día, con el repique de las campanas o realzado por las luces y los colores de las banderas festivas, nos llama y se hace sentir como una presencia viva.
¡Podemos estar orgullosos de ello!